El Cursillo de Cristiandad se mueve en el área y al nivel del QUE.
QUE Cristo resucitado es una persona viva, viviente, cercana, amiga y
QUE, por tu vida en gracia consciente, te vas dando cuenta:
QUE…
…te conoce
…te busca
…te quiere
…te ofrece su amor y su cercanía y quiere acompañarte en tu vivir
con la luz de su palabra, y con el suave impulso de su humana ternura.
Cuando nos abrimos a la fe y creemos, y sobre todo tratamos de vivir estas realidades, comprobamos, en vivo y en directo, que la esencia del Cursillo de Cristiandad, su núcleo más vivo, no tiene dimensión visible en el espacio, porque se mueve al nivel íntimo, profundo, personal y vital donde la impresión es tan evidente para uno mismo, para su sí mismo, que la interpretación ajena nunca puede expresarla con exactitud.
Tan sólo puede vislumbrarse o entreverse en aquello que dice:
«...el hálito de Dios, que cuando pasa, nos deja la nostalgia de la gloria».
O lo que sentían los discípulos de Emaús, cuando Cristo les acompañaba en su camino, o lo que «todos los sentidos suspendía» a San Juan de la Cruz.
Entonces se percibe el eco de lo cierto y se tiene así, frente a la vida, la serenidad que da la costumbre, sin perder el asombro de cada amanecer.
Eduardo Bonnín