Como fermento
JOSÉ ANTONIO PAGOLA
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).
Lectura Mateo 13,
24-43
Con una audacia
desconocida, Jesús sorprendió a todos proclamando lo que ningún profeta de
Israel se había atrevido a decir: "Ya está aquí Dios con su fuerza
creadora de justicia abriéndose camino en el mundo para hacer la vida de sus
hijos más humana y dichosa". Es necesario cambiar. Hemos de aprender a
vivir creyendo en esta Buena Noticia: el reino de Dios está llegando.
Jesús hablaba con pasión.
Muchos se sentían atraídos por sus palabras. En otros surgían no pocas dudas.
¿No era todo una locura? ¿Dónde se podía ver la fuerza de Dios transformando el
mundo? ¿Quién podía cambiar el poderoso imperio de Roma?
Un día Jesús contó una
parábola muy breve. Es tan pequeña y humilde que, muchas veces, ha pasado
desapercibida para los cristianos. Dice así: «Con el reino de Dios sucede como
con la levadura que tomó una mujer y la escondió en tres medidas de harina,
hasta que todo quedó fermentado».
Aquella gente sencilla
sabía de qué les estaba hablando Jesús. Todos habían visto a sus madres
elaborar el pan en el patio de su casa. Sabían que la levadura queda
"escondida", pero no permanece inactiva. De manera callada y oculta
lo va fermentando todo desde dentro. Así está Dios actuando desde el interior
de la vida.
Dios no se impone desde
fuera, sino que transforma a las personas desde dentro. No domina con su poder,
sino atrae con su amor hacia el bien. No fuerza la libertad de nadie sino que
se ofrece para hacer más dichosa nuestra vida. Así hemos de actuar también
nosotros si queremos abrir caminos a su reino.
Está comenzando un tiempo
nuevo para la Iglesia.
Los cristianos vamos a tener que aprender a vivir en minoría,
dentro de una sociedad secularizada y plural. En muchos lugares, el futuro del
cristianismo dependerá en buena parte del nacimiento de pequeños grupos de
creyentes, atraídos por el evangelio y reunidos en torno a Jesús.
Poco a poco, aprenderemos
a vivir la fe de manera humilde, sin hacer mucho ruido ni dar grandes espectáculos.
Ya no cultivaremos tantos deseos de poder ni de prestigio. No gastaremos
nuestras fuerzas en grandes operaciones de imagen. Buscaremos lo esencial.
Caminaremos en la verdad de Jesús.
Siguiendo sus
deseos, trataremos de vivir como "fermento" de vida sana en medio de
la sociedad y como un poco de "sal" que se diluye humildemente para
dar sabor evangélico a la vida moderna. Contagiaremos en nuestro entorno el
estilo de vida de Jesús e irradiaremos la fuerza inspiradora y transformadora
de su Evangelio. Pasaremos la vida haciendo el bien. Como Jesús.