‘LA FORMACION
METODOLOGICA
COMO COMPLEMENTO DE LA FORMACION INTEGRAL
DEL DIRIGENTE DEL MCC’
I - INTRODUCCION
Como
miembros de la Iglesia,
los dirigentes del MCC, somos conscientes de la misión que nos corresponde, desde
aquel mandato del Señor: “Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la
creación” (Mc 16, 15). Es un mandato imperativo, que mantiene hoy toda
su vigencia, la situación del mundo nos lo exige cada día, no en general, sino
a cada uno en particular.
Vivimos
una cultura donde un marcado indiferentismo religioso, secularismo y consumismo
están insertos en una realidad de pobreza e inseguridad, dolorosa y preocupante,
para el hombre de hoy.
Frente
a esta realidad la V
Conferencia General de Aparecida nos hace un llamado especial
a ser ‘discípulos y misioneros’ y
anunciar que el mensaje evangélico constituye la única respuesta plenamente
válida a los problemas y expectativas que la vida plantea a cada hombre y a
cada sociedad de nuestro tiempo.
Pero
este mundo de hoy nos exige nuevas formas de anuncio, nuevos modos, lo que nos plantea,
como dirigentes, una mayor formación para fundamentar nuestra Fe, que en muchos
casos debe ir más allá que la manifestación de un testimonio silencioso.
El IX Encuentro Interamericano de
Ypacarai, Paraguay, dice al respecto: “Si
el cristiano de hoy tiene la misión de
conformar el mundo según el corazón de Dios, se hace imprescindible que tenga
una adecuada formación. Ella no puede quedarse en un conocimiento de verdades,
sino que debe propiciar siempre una conversión integral y ayudar al desarrollo
de una conciencia crítica que permita realizar siempre un discernimiento, a la
luz del Evangelio, de los acontecimientos y situaciones de la vida.” (Punto
II ‘Repuestas de la Iglesia
a estos desafíos’, item b)
Para
que se dé una pastoral verdaderamente incisiva y eficaz hay que desarrollar una
permanente formación de los dirigentes, una formación a la que ChL llama ‘integral y permanente’, abarcando los
planos doctrinales, espirituales, humanos y morales, y a las que podemos agregar,
en nuestro caso particular, también metodológica,
es decir en lo que hace a lo propio de nuestro Movimiento, para prepararnos a
un accionar, más comprometido con nuestro carisma y mentalidad, en nuestros
ambientes.
A
las distintas instituciones y movimientos de la Iglesia, y entre ellos el
Movimiento de Cursillos de Cristiandad, les cabe la responsabilidad de formar y
preparar a sus miembros, desde lo particular de su finalidad, para su
participación más activa, en esta misión de la Iglesia.
Es
importante no perder de vista que la formación no es el privilegio de algunos,
sino un derecho y un deber de todos los cristianos (ChL 63).
II - FUNDAMENTO
Ahora
bien, en este marco y teniendo presente, en cuanto al cumplimiento de nuestra
finalidad, “la siempre necesaria formación de los dirigentes en la proyección
ambiental”, consideramos que la solidez en la formación es
fundamental y prioritaria para evangelizar las realidades temporales y, de tal
modo, transformar el mundo desde adentro.
Y
desde esta visión, se debería profundizar en un conocimiento y adhesión más
plena a la mentalidad del MCC, que presupone la formación en el método y su
estrategia.
El VI Encuentro Interamericano, en
San José de Costa Rica (1984), manifiesta que debemos: “Poner más énfasis en la
Mentalidad del MCC, y una más correcta valoración del método del
mismo” (Cap II, punto c, Nro 3).
Tal manifestación es remarcada en el
libro IF, por un lado en su capítulo 1, donde trata sobre la mentalidad: “Precisamente por esto, debemos estar
íntimamente unidos en la
Mentalidad, ya que ella constituye lo fundamental del MCC”
(IF 3), y por otro, en el Capítulo III, donde trata sobre el método: “El Método del MCC es la aplicación de su
Mentalidad y de su Esencia, para conseguir las metas exigidas por esa Esencia y
esa Mentalidad” (IF 155), y: “Dentro
del MCC, el Método no es otra cosa que la Mentalidad y la Esencia hechas vida,
hechas realidad. No se trata de una aplicación espontánea, caprichosa y acrítica,
dejada a merced del gusto personal o de la improvisación del momento; se trata
de una aplicación pensada, planificada y realizada con vistas a una mayor
eficacia” (IF 157), es decir, la estrategia no es otra cosa que la
aplicación de la Mentalidad
y del Método en la planificación para hacer realidad la Finalidad del MCC, el que
debe ser aplicado en sus tres tiempos: Precursillo, Cursillo y Postcursillo,
iluminados por la
Mentalidad. (Ver IF puntos 6 y 7 y Cap. 3 y 4).
“El MCC únicamente crecerá en su Mentalidad y conservará dicha
Mentalidad, si en el seno del mismo actúa un grupo de dirigentes que la posean,
y la vivan, y la comuniquen por vía de un contacto coherentemente explicitado.
Personas que, además de conocerla y explicitarla, la hayan incorporado tan
vitalmente, que la conviertan en elemento fermentador. Para que la Mentalidad se convierta
permanentemente en vida y acción, y se asegure, así, la permanencia del MCC, es
necesario que dicha Mentalidad sea asimilada y enriquecida por las Escuelas de
Dirigentes, cuyos miembros deben mantener una actitud pensante dentro del MCC.” (“El Carisma del MCC” Fidelidad y Renovación-P. Antonio Diufaín Mora-
Viceasesor MCC-República Dominicana).
En
pocas palabras, es a lo que nos invita la misma definición del Movimiento: ‘vivir
y convivir lo FC’ (IF 74), al modo cursillista, de donde se desprende
su finalidad específica.
III - OBJETIVO
En tal sentido debe introducirse al
Dirigente en la necesidad de adquirir una Mentalidad que le permita hacer una
lectura de la realidad e interpretar lo que los Signos de los Tiempos nos están
mostrando. Una Mentalidad que siendo evolutiva, responda a las realidades
actuales y sea respuesta al hombre de hoy, no al hombre del ayer, siempre fiel
al nervio ideológico, el núcleo de su carisma inicial, y se logrará a través de
su formación específica.
Al respecto
el VIII Encuentro Interamericano de
Dirigentes de Cursillos de Cristiandad, en Buenos Aires, Argentina (1992), dice
claramente: “Para ello,
reconocemos la imperiosa necesidad de que los dirigentes consigan una adecuada
formación integral (doctrinal, espiritual, humana, social y metodológica) a
través de la Escuela
de Dirigentes. En ella deberán asimilar la mentalidad evangélica, conocer
en profundidad las Ideas Fundamentales
del MCC, capacitarse para discernir evangélicamente su propia cultura y
comprometerse con ella y así poder “acelerar la vivencia de lo Fundamental Cristiano,
en sí mismo, en el Movimiento y en los ambientes en donde se mueven” (Cap
III ‘Líneas de acción’, ítem 4), y que se reitera en el III Encuentro
Latinoamericano de Asesores, en Ypacaraí (1996): “Para que el cursillista sea un verdadero agente de la fermentación y
transformación en su ambiente vemos la necesidad ineludible de una formación integral
(humana, social, cultural, religiosa) gradual y permanente, fomentando en
ellos, además, un espíritu de iniciativa
y de creatividad” (Cap. III ‘Propuestas’, punto 18).
Por todo esto, debería encararse un
trabajo ordenado y planificado de Formación Metodológica, desde la Formación en la Mentalidad.
Y
en la concreción de este objetivo, la Escuela tiene una misión ineludible, para ayudar
a los dirigentes del MCC a la realización de sus propias vocaciones y
cumplimiento de su misión laical, a través de una formación adecuada y
permanentemente como integrantes de la Iglesia y ciudadanos del mundo. La formación así,
constituye una llamada a crecer y
madurar continuamente, tanto en los aspectos espirituales, doctrinarios, como
metodológicos, dando de tal manera los frutos que nuestra condición de bautizados exige.
La Escuela, sin alterar el carácter kerigmático de su método, y
conforme a las orientaciones de la Iglesia, debe brindar los
elementos e instrumentos para la formación de sus miembros.
En aquel mismo VIII Encuentro Interamericano
en Buenos Aires, Argentina (1992) dice que: “Es
punto de partida de la estrategia de la Escuela conformar una comunidad en la que todos
sus integrantes se comprometan a ser inspiradores de grupos, núcleos o
comunidades fermentadoras del Evangelio en los ambientes temporales” (Cap.
‘Líneas de Acción’, punto 4).
Para
ello debería promover la aplicación, en
la vida de todos los días, de la
Mentalidad, Esencia y Finalidad del Movimiento de Cursillos
de Cristiandad, formándonos, personal y comunitariamente, en la técnica de la Estrategia del MCC en
sus tres tiempos: Precursillo, Cursillo y Poscursillo.
IV - PROPUESTA
Desde
esta perspectiva de incorporar en la formación personal y comunitaria, lo
propio a nuestro Movimiento y su Mentalidad, se hace necesario implementar
desde nuestras Escuelas una metodología que logre este objetivo.
Para
ello cada Secretariado, deberá atender esta necesidad de acuerdo a su propia
realidad, motivando a las Escuelas de Dirigentes a transmitir y fortalecer la
vivencia y convivencia de lo Fundamental Cristiano, transformándonos así en
mejores dirigentes del MCC y de nuestros ambientes. Solo dirigentes
sólidamente formados, podrán conquistar
los ambientes en que están insertos.
En
este sentido consideramos que para ello se hace cada vez mas imprescindible que
los Secretariados Diocesanos cuenten con Escuelas que funcionen como
instrumento de apoyo para quienes perseveran en él y como una expresión de la
proyección de su funcionamiento en el tiempo, teniendo en consideración que esta Escuela garantizará una formación
metodológica y doctrinaria, que posibilitará ser más eficaces, eficientes y
efectivos, al interior del Movimiento de Cursillos de Cristiandad y en los
ambientes en que estamos insertos
El
libro IF nos habla de una formación integral del Dirigente del MCC en el mismo
ámbito de la Escuela:
“En el Decreto sobre Apostolado de los
laicos, del Concilio Vaticano II, y en la Exhortación
Christifideles Laici, de Juan Pablo II, la escuela encuentra
señalados los aspectos principales de la formación múltiple y completa que
tiene que procurar para los Dirigentes. La Escuela, sin alterar el
carácter kerygmático del método, podrá asumir la formación catequética de sus
dirigentes” (IF 550), e incluye, junto a la Formación Espiritual
(IF 551), Doctrinal (IF 552), Humana (IF 553), y Social (IF 554), la Formación para el
Apostolado, diciendo: ‘El Concilio
Vaticano II exhorta a los movimientos y asociaciones de laicos a fomentarla,
cuidadosa y asiduamente. Por eso, según su propia finalidad, la técnica propia
del MCC pondrá especial énfasis en ello, para que cada integrante de la Escuela logre un profundo
conocimiento de la proyección social, que caracteriza al MCC’ (IF 555). Es
decir, no deja de lado la formación metodológica del dirigente, estando las
otras incluidas, desde esta formación particular del Movimiento.
En
cuanto a la implementación de métodos que permitan esta formación, debemos
tener presente que en los Encuentros Interamericanos de Santo Domingo (1980) y
Buenos Aires (1992), se recomendó a los Secretariados incorporar en sus
actividades y desarrollo, elementos técnicos y pedagógicos innovadores que,
siempre y cuando no oscurezcan el mensaje, pueden hacer a sus Escuelas más
motivantes y dinámicas.
En
este sentido, las Escuelas pueden operar bajo distintas modalidades o con
distintas estructuras, teniendo en cuenta las características, posibilidades
reales y recursos de que se disponga en cada Diócesis.
Esto
abre ricas posibilidades de considerar las Escuelas como instrumentos eficaces
para esta formación, a través de jornadas, reuniones de estudio, charlas,
dinámicas grupales, medios audiovisuales, medios informáticos, etc, como
asimismo de utilizar estrategias de evaluación o autoevaluación, del tipo de
pruebas objetivas (test), encuestas, mesas redondas, análisis de textos, etc.,
que permitan realizar una evaluación sobre la marcha del proceso.
V - CONCLUSION
En
definitiva, nos sentimos llamados a ser dirigentes del MCC, pero no podemos
dejar de reconocer que un gran porcentaje de ellos no asumen totalmente esa
mentalidad, y que existe una gran deficiencia en lo que respecta a su formación
metodológica, tanto a nivel individual como comunitario, y que se observa en
falencias como: poco conocimiento del libro Ideas Fundamentales, prácticamente
nulo en lo que respecta a la bibliografía propia del Movimiento, y menos aún de
los documentos propios y oficiales de los Encuentros Mundiales,
Interamericanos, Nacionales y Diocesanos.
Pero por otro lado, si
los conocimientos que adquirimos quedan sólo en un conocimiento intelectual es
muy probable que al poco tiempo se olviden, pues no deja huellas en nuestro
corazón. Formarse implica necesariamente, un proceso continuo de conversión
para que, las verdades conocidas reformen nuestros criterios y nos lleven a un
cambio de vida, en aquellos casos en los que no estamos en sintonía con el
modelo de Cristo.
Debemos, por lo tanto, reflexionar cómo, desde la Escuela, se puede potenciar
esta formación integral de los dirigentes, que debe darse en dos dimensiones:
una general que abarca lo doctrinal,
evangélico y humano, y otra específica,
en lo propio del Movimiento.
De tal manera, si hacemos vida la mentalidad del
Movimiento, se podrá, en cada dirigente hacer efectivo lo que nos dice el libro
Ideas Fundamentales: “Cuando el método
del Poscursillo se entiende y se
utiliza adecuadamente, por dirigentes que se han comprometidos
mutuamente en una misión cristiana común, con espíritu de servicio, el
Movimiento se convierte en un poderoso instrumento de evangelización. La comprensión del MCC hace nacer en las
personas un espíritu de dedicación y determinación de hacer del Señor el centro
de sus vidas, lo mismo que las vidas de aquellos con quienes viven y trabajan”
(IF 518).
Por todo esto, el dirigentes del
MCC debe formarse para conocer en profundidad la mentalidad, esencia, finalidad
y método del MCC, y de tal manera poder actuar hacia afuera. Una buena formación irá permitiendo que los
dirigentes, vayan asumiendo y encarnando, cada vez en forma más integral, los
distintos medios que propone el Método para “fermentar de Evangelio los
ambientes”.
MARCO EVANGELICO
El Plan de Salvación fue en realidad
un proceso durante el cual Dios preparó al hombre, como acción educadora divina
('Dios es el
primer y gran educador de su Pueblo' – ChL 61).
ANTIGUO TESTAMENTO:
Alianza con Noé: Gén. 8 – 20
Alianza
con Abraham: Gén. 15
Alianza
con Israel Ex 24
Renovación
de la Alianza:
Jos. 24
Promesa
de la Nueva Alianza
Is. 42, 6. Jr. 31. Ez- 34 y 37. Os. 2
Ya
en el Nuevo Testamento, pero referido al Antiguo
La Nueva Alianza Mc.
14, 4. Gál. 3, 2- Co. 3, 6. Heb. 8, 12-18
NUEVO TESTAMENTO:
Jesús
forma a sus Apóstoles:
La llamada: Mc.
1, 16; 6, 7; 6, 30; 9, 33; 14, 28.
Lc.
9, 1; 10, 1; 22, 2.
Mt.
16, 13; 16, 21.
Vocación
de los Apóstoles: Mc. 3, 13. Lc. 5, 1.
El
Apóstol en el mundo: 1 Co. 1, 17; 4,
1.
2
Co. 3, 4, 5, 6.
Ap.
11
MARCO DOCTRINAL
“En la
medida que crece la participación de los laicos en la vida de la Iglesia y en la misión de
ésta en el mundo, se hace también más urgente la necesidad de una sólida
formación humana en general, formación doctrinal, social, apostólica. Los
laicos tienen el derecho de recibirla primordialmente en sus mismos movimientos
y asociaciones, pero también en institutos adecuados y en el contacto con sus
pastores”. (Puebla 794).
“Esta formación debe
darnos cristianos comprometidos en sus realidades mundanas; ‘Tal espiritualidad
deberá ser capaz de dar a la
Iglesia y al mundo ‘cristianos con vocación de santidad,
sólidos en su fe, seguros en la doctrina propuesta por el Magisterio auténtico,
firmes y activos en la Iglesia,
cimentados en una densa vida espiritual… perseverantes en el testimonio y
acción evangélica, coherentes y valientes en sus compromisos temporales,
constantes promotores de paz y justicia contra toda violencia u opresión.
Agudos en discernimiento crítico de las situaciones e ideologías a la luz de las
enseñanzas sociales de la
Iglesia, confiados en la esperanza en el Señor” (Puebla 799)
‘Para
cumplir su misión con responsabilidad personal, los laicos necesitan una sólida
formación doctrinal, pastoral, espiritual y
un adecuado acompañamiento para dar testimonio de Cristo y de los valores
del Reino en el ámbito de la vida social, económica, política y cultural.’ (DA
212)
‘Hemos
de reforzar en nuestra Iglesia cuatro ejes: …..
c)
La formación bíblico-doctrinal. Junto con una fuerte experiencia religiosa
y una destacada convivencia comunitaria, nuestros fieles necesitan profundizar
el conocimiento de la Palabra
de Dios y los contenidos de la fe, ya que es la única manera de madurar su
experiencia religiosa. En este camino, acentuadamente vivencial y comunitario,
la formación doctrinal no se experimenta como un conocimiento teórico y frío,
sino como una herramienta fundamental y necesaria en el crecimiento espiritual,
personal y comunitario.’ (DA 226).
‘La
vocación y el compromiso de ser hoy discípulos y misioneros de Jesucristo en
América Latina y El Caribe, requieren una clara y decidida opción por la
formación de los miembros de nuestras comunidades, en bien de todos los
bautizados, cualquiera sea la función que desarrollen en la Iglesia. Miramos
a Jesús, el Maestro que formó personalmente a sus Apóstoles y discípulos.
Cristo nos da el método: ‘Vengan y vean’ (DA 276).
‘La
formación abarca diversas dimensiones que deberán ser integradas armónicamente
a lo largo de todo el proceso formativo. Se trata de la dimensión humana
comunitaria, espiritual, intelectual y pastoral-misionera.
a)
La Dimensión
Humana y Comunitaria. Tiende a acompañar procesos
de formación que lleven a asumir la propia historia y a sanarla, en orden a
volverse capaces de vivir como cristianos en un mundo plural, con equilibrio,
fortaleza, serenidad y libertad interior. Se trata de desarrollar
personalidades que maduren en el contacto con la realidad y abiertas al
Misterio. ….
c)
La Dimensión
Intelectual. ……. También capacita para el discernimiento,
el juicio crítico y el diálogo sobre la realidad y la cultura ...’ (DA 280)
‘
….. Se requieren, también, equipos de formación convenientemente preparados que
aseguren la eficacia del proceso mismo y que acompañen a las personas con
pedagogías dinámicas, activas y abiertas. La presencia y contribución de laicos
y laicas en los equipos de formación aporta una riqueza original, pues, desde
sus experiencias y competencias, ofrecen criterios, contenidos y testimonios
valiosos para quienes se están formando.’ (DA 281)
‘Destacamos
que la formación de los laicos y laicas debe contribuir, ante todo, a una
actuación como discípulos misioneros en el mundo, en la perspectiva del diálogo
y de la transformación de la sociedad. Es urgente una formación específica para
que puedan tener una incidencia significativa en los diferentes campos, sobre
todo “en el mundo vasto de la política, de la realidad social y de la
economía, como también de la cultura, de las ciencias y de las artes, de la
vida internacional, de los medios y de otras realidades abiertas a la
evangelización” (EN 70)’ (DA 283)
‘Para
que los habitantes de los centros urbanos y sus periferias, creyentes o no
creyentes, puedan encontrar en Cristo la plenitud de vida, sentimos la urgencia
de que los agentes de pastoral en cuanto discípulos y misioneros se esfuercen
en desarrollar: ….
d)
Un proceso de iniciación cristiana y de formación permanente que retroalimente
la fe de los discípulos del Señor integrando el conocimiento, el sentimiento y
el comportamiento.
k)
La formación y acompañamiento de laicos y laicas que, influyendo en los centros
de opinión, se organicen entre sí y puedan ser asesores para toda la acción
eclesial. (DA 518).
“En
este diálogo entre Dios que llama y la persona interpelada en su
responsabilidad se sitúa la posibilidad -es más, la necesidad- de una formación
integral y permanente de los fieles laicos, a la que los Padres sinodales han
reservado justamente la buen parte de su trabajo. En concreto, después de haber
descrito la formación cristiana como "un continuo proceso personal de
maduración en la fe y de configuración con Cristo, según la voluntad del Padre,
con la guía del Espíritu santo", han afirmado claramente que "la
formación de los fieles laicos se ha de colocar entre las prioridades de la
diócesis y se ha de incluir en los programas de acción pastoral de modo que
todos los esfuerzos de la comunidad (sacerdotes, laicos y religiosos) concurran
a este fin" (ChL 57)
“La
formación de los fieles laicos tiene como objetivo fundamental el
descubrimiento cada vez más claro de la propia vocación y la disponibilidad
siempre mayor para vivirla en el cumplimiento de la propia misión” (ChL 50).
“En
el descubrir y vivir la propia vocación y misión, los fieles laicos han de ser
formados para vivir aquella unidad con la que está marcado su mismo ser de
miembro de la Iglesia
y de ciudadanos de la sociedad humana” (ChL 59).
“Finalmente, en el contexto de la
formación integral y unitaria de los fieles laicos es particularmente significativo,
por su acción misionera y apostólica, el crecimiento personal en los valores
humanos. Precisamente en este sentido el Concilio ha escrito: "(los
laicos) tengan también muy en cuenta la competencia profesional, el sentido de
la familia y el sentido cívico, y aquellas virtudes relativas a las relaciones
sociales, es decir, la probidad, el espíritu de justicia, la sinceridad, la
cortesía, la fortaleza de ánimo, sin las cuales ni siquiera puede haber
verdadera vida cristiana." (ChL 60)
“También los grupos, las
asociaciones y los movimientos tienen su lugar en la formación de los fieles
laicos. tienen, en efecto, la posibilidad, cada uno con sus propios métodos, de
ofrecer una formación profundamente injertada en la misma experiencia de la
vida apostólica, como también la oportunidad de completar, concretar y
especificar la formación que sus miembros reciben de otras personas y
comunidades” (ChL 62).
“La
formación no es el privilegio de algunos, sino un derecho y un deber de todos.
Al respecto, los Padres sinodales han dicho: "Se ofrezca a todos la
posibilidad de la formación, sobre todo a los pobres, los cuales pueden ser
-ellos mismos- fuente de formación para todos", y han añadido: "Para
la formación empléense medios adecuados que ayuden a cada uno a realizar la
plena vocación humana y cristiana".
Para
que se dé una pastoral verdaderamente incisiva y eficaz hay que desarrollar la
formación de los formadores, poniendo en funcionamiento los cursos oportunos o
escuelas para tal fin. Formar a los que, a su vez, deberán empeñarse en la
formación de los fieles laicos, constituye una exigencia primaria para asegurar
la formación general y capilar de todos los fieles laicos.
Algunas
convicciones se revelan especialmente necesarias y fecundas en la labor formativa.
Antes que nada, la convicción de que no se da formación verdadera y eficaz si
cada uno no asume y no desarrolla por sí mismo la responsabilidad de la
formación. En efecto, ésta se configura esencialmente como
"auto-formación".
Además
está la convicción de que cada uno de nosotros es el término y a la vez el
principio de la formación. Cuanto más nos formamos, más sentimos la exigencia
de proseguir y profundizar tal formación; como también cuanto más somos
formados, más nos hacemos capaces de formar a los demás” (ChL 63).
“La consecuencia de todo esto es una falta de coherencia
entre la fe y la vida en muchos católicos, incluidos, a veces, nosotros mismos
o algunos de nuestros agentes pastorales. La falta de formación doctrinal y de
profundidad en la vida de la fe hace de muchos católicos presa fácil del
secularismo, el hedonismo y el consumismo que invaden la cultura moderna y, en
todo caso, los hace incapaces de evangelizarla.” (SD 44)
“Por eso es indispensable: Promover el aumento y la
adecuada formación de los agentes para los diversos campos de la acción
pastoral, conforme a la eclesiología del Vaticano II y el magisterio
posterior.” (SD 57)
“Los fieles laicos comprometidos
manifiestan una sentida necesidad de formación y de espiritualidad.” (SD 95)
“ ……. y una deficiente formación les
privan de dar respuestas eficaces a los desafíos actuales de la sociedad.” (SD
96)
“Insistimos en la necesidad de una auténtica
pedagogía de la santidad que la presente como ideal atractivo, posible con la
ayuda de la Gracia,
en cada momento de la existencia personal. Así se promoverá un itinerario de
formación permanente para la maduración en la Fe”. (NMA 79)
“Esto implica una formación permanente de los cristianos, en virtud de
su propia vocación, para que puedan adherir a este estilo de vida y emprender
intensamente sus compromisos en el mundo, desarrollando las actividades propias
de ciudadanos responsables” (NMA 96)
“Esta formación no se orienta sólo al conocimiento de valores y
principios sociales, sino también a la transformación de la sociedad mediante
el testimonio de un trabajo honesto, eficiente y responsable.” (NMA 97)
MARCO METODOLOGICO
I - ENCUENTROS MUNDIALES
‘Para alcanzar esa apertura es
necesario que, bajo la responsabilidad del Secretariado, se concientice a los
cursillistas y especialmente a los dirigentes, sacerdotes y laicos, de que
estudien en grupos de reflexión específica todo lo relacionado con la Iglesia y con pastoral
ambiental y la posición de los Cursillos de Cristiandad dentro de ellas, para
conseguir así su proyección dentro de la Pastoral de Conjunto, en postura siempre humilde,
abierta e insatisfecha’.
(II Encuentro Mundial - Tlaxcala, México - 17 al 21 de Mayo 1970 –
Punto ‘Pastoral y Cursillo’)
‘Por eso la Escuela cuidará de su
formación cristiana integral al mismo tiempo de la formación específica como
dirigentes del Movimiento, ya que éste será lo que sean aquellos.’
(II Encuentro Mundial -
Tlaxcala, México - 17 al 21 de Mayo 1970 –
Punto ‘Poscursillo’)
‘Por esto nos comprometemos a:
- Lograr que la escuela fomente en
los dirigentes: …….
- una formación
integral, gradual y permanente con el fin de logra en ellos una conciencia
critica para un discernimiento evangélico de las realidades’
(V Encuentro Mundial - Seúl, Corea - 30 de
Septiembre al 5 de Octubre 1997 –
Punto 4 ‘Respuestas del MCC a los
desafíos del mundo actual’)
‘Promover que la
Escuela sea un sitio de estudio, reflexión y discernimiento
sobre el MCC y las realidades del mundo, para el fomento del compromiso
apostólico de los dirigentes ante esas realidades.’
(VI
Encuentro Mundial - Mariápolis, São Paulo - 26 al 30 de
Octubre de 2005 –
Punto ‘El MCC y la nueva
evangelización’)
II - ENCUENTROS INTERAMERICANOS
‘Escuela: Su función será la capacitación de Dirigentes del
Movimiento (seglares y sacerdotes) y no únicamente de los tres días (del
Cursillo), entendiendo por capacitación: proporcionar, intensificar y promover
el trípode PIEDAD, ESTUDIO Y ACCIÓN’.
(I Encuentro Latinoamericano -
Bogotá, Colombia - 14 al 18 de Agosto 1968 –
Punto IV ‘Postcursillo’)
‘Para que
la vivencia de ese sentido de Iglesia sea cada vez más conciente y más
profunda, es necesario que se estimule o propicie la formación integral de los
Cursillistas en su doble vertiente Iglesia-Mundo’.
(III Encuentro Latinoamericano -
Itaici, Brasil - 21 al 25 de Mayo 1972 –
Punto I ‘Líneas Teológicas’-Item 4
‘Desde El ángulo del laicado católico’)
‘El MCC no ha concientizado suficientemente a los laicos
para que, como cristianos, asuman responsabilidades y tomen opciones concretas;
ni les ha ayudado a capacitarse lo suficiente para actuar cristianamente; falta
un laicado bien formado y fuerte, con iniciativa, que se responsabilice de las
cosas que le competen, sin tener que recurrir a la jerarquía; en algunos
lugares, cuando la Jerarquía
se pronuncia por un compromiso concreto de liberación cristiana, no encuentra
respuesta en los laicos, o porque carecen de información sobre ello, o porque
no han sido estimulados debidamente por ello’
(IV Encuentro Latinoamericano -
Caracas, Venezuela - 28 de Junio al 3 de Julio de 1976 –
Punto 5 ‘Sobre el compromiso para
la liberación’)
‘5) Reafirmamos que el Movimiento de Cursillos debe preparar
al laico no sólo para el apostolado religioso, sino principalmente para que sea
agente de evangelización en los ambientes temporales (I Enc. Lat. Am., VI, d;
II Enc. Mund., IV, Poscursillo; III Enc. Lat. Am., I, 4, 1,
4-6; IV Enc. Interam.,
II,3, 5; V Enc. Interam., Introducción, 3-6-; B, 8, c; C, IV, 3, d,4-6, II Enc.
Lat. Am., 18).’
(VI Encuentro Interamericano - San
José, Costa Rica - 26 al 30 de Junio 1984 –
Punto V ‘Para el Poscursillo’)
‘El VI Encuentro reafirma que lo que importa es el
poscursillo, con el que se logra la finalidad última del MCC, la fermentación cristiana
de los ambientes.
Por eso les recuerda que deben: …..
- Tener como prioridad formar, comprometer y abrir pistas
para el compromiso de los cursillistas, principalmente en el mundo’;
(VI Encuentro Interamericano - San José, Costa
Rica - 26 al 30 de Junio 1984 –
Punto V ‘Para el Poscursillo’)
‘2.- Mentalizar: ….
- En las Escuelas y Secretariados se debe
dar una formación integral a los dirigentes para posibilitar en ellos mismos y
en los cursillistas, a través de la actualización de los rollos, los grupos y
las ultreyas, el compromiso en la transformación de los ambientes y la
evangelización de la cultura.’
(VII Encuentro Interamericano – Caracas, Venezuela - 24 al
28 de Julio 1983 –
Punto 4 ‘Caminos nuevos’)
‘b) reconocemos la imperiosa necesidad de que los
dirigentes consigan una adecuada formación integral (doctrinal, espiritual,
humana, social y metodológica) a través de la Escuela de Dirigentes
(IFMCC, 548-555). En ella deberán asimilar la mentalidad evangélica, conocer
en profundidad las Ideas Fundamentales
del MCC, capacitarse para discernir evangélicamente su propia cultura y
comprometerse con ella y así poder “acelerar la vivencia de los fundamental
cristiano, en sí mismo, en el Movimiento y en los ambientes en donde se mueven”
(IFMCC, 540).
8) El insuficiente acompañamiento de los cursillistas es un
hecho generalizado que resta eficacia a la acción transformadora del
poscursillo. Ante la reiterada constatación de este fallo, hacemos nuestra la
inquietud de nuestros asesores de que los Secretariados Nacionales se preocupen
de que en su país se diseñe un procesos grupal de acompañamiento a los
cursillistas que favorezca su formación integral hasta que logren formar una
verdadera comunidad cristiana (ver II Encuentro Asesores IV, 1; IFMCC, 685-6;
597-2).’
(VIII Encuentro Interamericano -
Buenos Aires, Argentina - 8 al 11 de Septiembre 1992 –
Punto III `Líneas de acción con las
que quiere encarar el MCC los desafíos de la Nueva Evangelización
de las culturas en América Latina’)
“Si el cristiano de hoy tiene la misión de conformar el
mundo según el corazón de Dios, se hace imprescindible que tenga una adecuada
formación. Ella no pude quedarse en un conocimiento de verdades, sino que debe
propiciar siempre una conversión integral y ayudar al desarrollo de una
conciencia crítica que permita realizar siempre un descendimiento, a la luz del
Evangelio, de los acontecimientos y situaciones de la vida.”
(VIII Encuentro
Interamericano - Ypacarai, Paraguay - 4 al 7 de Septiembre 1996 –
Punto II ‘Repuestas de la
Iglesia a estos desafíos’, item “b”)
‘‘b)Que los Secretariados motiven para dar prioridad al
estudio y selección de ambientes decisorios y a la búsqueda, selección y
preparación de sus líderes.
h) Promover en nuestras estructuras de Poscursillo la
formación integral, gradual y permanente de nuestros dirigentes, con el fin de
lograr en ellos una conciencia crítica para el discernimiento evangélico de la
realidad.
i) Formar en nuestras Escuelas dirigentes con actitud
pensante y no pasiva dentro del MCC, para lograr que sean agentes de iniciativa
y creatividad dentro del mismo Movimiento.
j) Animar a una exigencia continua de crecimiento personal,
evitando la mediocridad, la tibieza y la rutina, que desembocan en
acomodamiento y aburguesamiento.’
(VIII Encuentro Interamericano -
Ypacarai, Paraguay - 4 al 7 de Septiembre 1996 –
Punto IV ‘Compromisos del MCC en el
proceso de inculturación’)
“h) Promover en nuestras estructuras de Poscursillo la
formación integral, gradual y permanente de nuestros dirigentes, con el fin de
lograr en ellos una conciencia crítica para el discernimiento evangélico de la
realidad.
Formar en nuestras Escuelas dirigentes con actitud pensante
y no pasiva dentro del MCC, para lograr que sean agentes de iniciativa y
creatividad dentro del mismo Movimiento. j) Animar a una exigencia continua de
crecimiento personal, evitando la mediocridad, la tibieza y la rutina, que
desembocan en acomodamiento y aburguesamiento.”
(IX Encuentro Interamericano de Dirigentes del
MCC –
IV.- Compromisos del
MCC en el proceso de inculturación)
‘El Dirigente del MCC debe centrar su vida en la
realización de lo esencial del cristianismo por lo que resultan dimensiones
vitales de su ser cristiano las exigencias de.- santidad, formación y
protagonismo laical.
2.2.- La Formación.- Es un continuo
proceso personal y responsable de maduración humana y en la fe para
configurarse con Cristo. En el caso del
laico, tiene como fin hacerle descubrir cada vez más claramente su propia
vocación y disponerlo a vivirla mejor cumpliendo su propia misión ser y actuar
cristianamente en el mundo, gestionando los asuntos temporales y ordenándolos
según Dios.
Conviene asegurar y darle continuidad a la formación de los
Dirigentes del MCC:
2.2.1 Propiciando su
formación integral y permanente.
2.2.2 Revisando los
métodos de formación en la
Escuela para que ella logre el trabajo de formación de los
dirigentes en todos los niveles.
Logrando que ellas sean más participativas, interesantes y animadas.
2.2.3 Formando en el
discernimiento crítico de si mismo y de la realidad, iluminado por el Evangelio
y el Magisterio de la
Iglesia.
2.2.4 Potenciando
todo lo que favorezca la motivación y el deseo individual de formarse, así como
el profundizar e integrar los conocimientos vitales en perspectiva personal y
de apostolado.’
(X Encuentro Interamericano -
Guatemala, Guatemala - 7 al 11 de noviembre 2000 –
‘Perfil del dirigente
del MCC ante el tercer milenio”)
‘4.1.- La
Escuela es fundamental para lograr el perfil del Dirigente
del Tercer Milenio. Por eso la
Escuela debe tener en cuenta, entre otras cosas, lo
siguiente:
….
4.1.3. Que incluya en sus planes de trabajo la formación
integral del Dirigente (humana, cristiana, espiritual, doctrinal, técnica y
apostólica) orientada a su crecimiento individual y comunitario.
4.1.10 Que sea
formadora de dirigentes con actitud crítica, actuante y pensante hacia adentro
del MCC.’
(X Encuentro Interamericano -
Guatemala, Guatemala - 7 al 11 de noviembre 2000 –
‘Perfil del dirigente
del MCC ante el tercer milenio”)
‘5. En
esta línea de fidelidad, los Secretariados Nacionales y Diocesanos deben asumir
el compromiso de promover el conocimiento y la difusión de los acuerdos y
conclusiones de los Encuentros Nacionales e Internacionales, como medio para la
formación y actualización de todos los miembros del MCC. (IFMCC 616 – 620,
597.7; 615.3).’
(XI Encuentro Interamericano - Monterrey,
México - 6 al 9 de Octubre 2004 -
Punto II
‘La fidelidad en el MCC’)
III – LIBRO IDEAS FUNDAMENTALES
‘Los integrantes de la Escuela necesitan, para
realizar la propia vocación y misión de los fieles laicos, el ser formados
‘para vivir aquella unidad, con la que está marcado su mismo ser de miembros de
la Iglesia y
de ciudadanos de la sociedad humana’, La formación se constituye así en respuesta a la ‘llamada a crecer, a
madurar continuamente, a dar siempre más frutos (ChL 57)’ (IF 548).
Esta tarea de formación que asume la Escuela es exigencia
fundamental para el progreso espiritual, en cuanto dirigente en la Iglesia y en el
Movimiento, como también exigencia de las varias circunstancias de cosas,
personas y deberes a que tiene que acomodar su actividad’ (IF549).
‘En el Decreto sobre Apostolado de
los laicos, del Concilio Vaticano II, y en la Exhortación Christifideles
Laici, de Juan Pablo II, la Escuela
encuentra señalados los aspectos principales de la formación múltiple y
completa que tiene que procurar para los Dirigentes del Movimiento. La Escuela, sin alterar el
carácter kerygmático del método, podrá asumir la formación catequética de sus
dirigentes” (IF 550).
‘5. La formación para el
apostolado. El Concilio Vaticano II exhorta a los movimientos y asociaciones de
laicos a fomentarla cuidadosa y asiduamente. Por eso, según su propia
finalidad, la técnica propia del MCC pondrá especial énfasis en ello, para que
cada integrante de la Escuela
logre un profundo conocimiento de la proyección social, que caracteriza al MCC’
(IF 555).
IV –
BIBLIOGRAFIA PROPIA DEL MCC
‘En la Escuela debe darse, por
tanto, todo el conocimiento posible para que el dirigente viva al ritmo de las
enseñanzas de la Iglesia,
pero sin limitarse a un simple saber más, sino a llegar, por el conocimiento,
al amor, por el amor, a la Fe,
y por la Fe, a la
vida’.
(Los
Cursillos y la evangelización – P. Cesáreo Gil – Pág. 177)
“El MCC únicamente crecerá en su Mentalidad y conservará
dicha Mentalidad, si en el seno del mismo actúa un grupo de dirigentes que la
posean, y la vivan, y la comuniquen por vía de un contacto coherentemente
explicitado. Personas que, además de conocerla y explicitarla, la hayan
incorporado tan vitalmente, que la conviertan en elemento fermentador.
Para que la
Mentalidad se convierta permanentemente en vida y acción, y
se asegure, así, la permanencia del MCC, es necesario que dicha Mentalidad sea
asimilada y enriquecida por las Escuelas de Dirigentes, cuyos miembros deben
mantener una actitud pensante dentro del MCC.”
(“El Carisma del MCC” Fidelidad y Renovación-P. Antonio
Diufaín Mora-
Viceasesor MCC-República Dominicana.)
‘Tema 25 –
FORMACION METODOLOGICA’
(Lineamientos Básicos Oficiales del MCC
de Argentina para el cuatrienio 1998-2002’ – Pág. 146 a 150)
‘FORMACION’
(Lineamientos Básicos Oficiales del MCC
de Argentina para el cuatrienio 2006-2010’ - Pág. 61 a 72)
‘Conclusiones del VIII Encuentro de
Dirigentes – Ver-Juzgar-Actuar - 1er y 2do tema’
(VIII Encuentro Nacional de Dirigentes –
Exposiciones y conclusiones –
Mar del Plata – 14 al 18 de Agosto de 2008’ – Pág. 111 a 145)