El querer de Dios
Textos de Eduardo
Bonnin
El querer de Dios, lo que Dios quiere, está plena y
rotundamente perfilado y demostrado en lo bien que nos lo perfila y demuestra
su enviado Jesucristo, con su vida en el Evangelio…
Evidentemente el
querer de Dios para el mundo, está explicitado en la frescura perenne de las
Bienaventuranzas y en la diáfana claridad del Padrenuestro.
Estos dos
apartados, de los que nunca debiéramos apartarnos, resumen y sintetizan el
núcleo de lo genuinamente cristiano; pero el drama está en lo que nos cuesta
admitirlo…
… nos
cuesta admitirlo porque significa valorar los valores de manera inversa a como
lo venimos valorando…
…Esto que
es de una apabullante sencillez, los
hombres tenemos la triste facultad de poder enredarlo y complicar los hechos
que son indispensables para poder ir asumiendo todo lo que deviene en la vida
de cada uno, y en la vida de la humanidad…
… Son innumerables
los hombres que creen que la felicidad está en otra parte y que consiste en
ser egoísta…
…el hombre consigue ser siempre más de lo que alcanza en un
proyecto de egoísmo, y que todo deviene distinto del enfoque tal y como hoy lo
entiende la generalidad de la gente…
…El egoísmo, el orgullo y la ambición son sin duda las tres
directrices que laten en las aspiraciones del hombre actual…
…Sucede que al
sustituirse el objetivo de la felicidad por el de la seguridad, la persona
cree que es ella misma en confrontación egoísta con los demás… y que solamente
es más si alcanza un superior nivel de tener y de poder…
Cuando el egoísmo, el orgullo y la ambición no se tienen a
raya y bajo control por el afán superador de ser uno mismo, ser más y ser mejor…
lo que conduce a un estado obsesivo y obstinado que quita la alegría de vivir y la posibilidad de ver a los demás como
amigos y hermanos, y no como competidores…
Si bien el perfil de
la realidad actual dista mucho del mundo que Dios quiere, siempre
rechazamos unirnos al coro de los profetas de calamidades que denunciara Juan
XXIII; afirmamos que el mundo actual de ninguna manera es peor que el de épocas
precedentes en las que los valores de las personas, su libertad y
trascendencia, o la justicia y solidaridad, no se valoraban más que como
integrantes de núcleos y colectivos reducidos, y no como condición , siquiera
teórica, aplicable a todo ser humano…
Dios quiere al mundo
tal y como lo quieren los hombres en hora serena… si fuéramos capaces de acoger el
ansia de amar y ser amados que radicalmente sentimos, y de hacerlo todos a un
tiempo, en un plazo muy breve, inferior al de una generación; desaparecerían
las injusticias, el hambre, el dolor evitable…
Sobre esta convicción, los Cursillos son concientes que los
reiterados intentos de mejorar al mundo pretendiendo obligar a que los hombres
no se dañen entre sí, no responden al verdadero querer de Dios.
El diseño que hacia
el mundo y la historia contienen los Cursillos configura un itinerario cuyo
núcleo inicial y central se basa en la persona… es precisamente actuando sobre la
persona concreta, individualmente valorada, como puede alcanzarse una línea de
avance.
A las personas no
cabe pretender cambiarlas ni mejorarlas desde afuera… Se trata de reconciliar a la
persona consigo misma… y proyectarle así hacia su verdad más verdadera, que es
su dimensión esencial de persona, capaz de amar y digna de ser amada.
Esta actuación
centrada en la persona, la complementa el pensamiento de Cursillos proyectando su dinámica
precisamente a los ambientes en los que ya está actuando dicha persona, para
que proceda a impregnarlos de amistad.
Es decir, los
Cursillos no intentan mejorar a las personas para que estas directamente se
ocupen de cambiar las estructuras de convivencia y de poder que condicionan al
mundo y a la historia… antes de ese paso se requiere otro más esencial, que las
relaciones interpersonales de convivencia, en la familia, en el trabajo, en la
diversión y donde quiera que se producen, vayan estando impregnadas de sentido
y contenido amistoso.
. El mundo no se
cambia “a golpe de decreto” más que por un tiempo muy limitado, se mejora
en profundidad tan solo cuando se mejoran establemente las relaciones
interpersonales en los ambientes comunes, generales, y no solo en ambientes
elitistas y privilegiados, religiosos o de otra naturaleza.
El itinerario persona-ambiente-amistad
es por tanto el diseño que los Cursillos entienden que pueden ir configurando
el mundo según el querer de Dios…
Lo que sin
duda puede parecer sorprendente para algunos es que el mundo mejor que los
Cursillos desean ayudar a alumbrar no es un mundo pío y teocrático, sino un
mundo real y sustancialmente humano
Los
cristianos pecamos muy a menudo del lastre medieval que nos induce a pensar que
el perfeccionamiento del mundo sería inherente a una hipertrofia de la Iglesia-institución
Nuestro mundo del
futuro es un mundo secular, en el que Dios se goza de regir precisamente el corazón de los
hombres y no de ser utilizado por unos hombres para regir a otros hombres.
La segunda parte del Padrenuestro, en su genial
simplicidad, nos sitúa en la perspectiva de pedir a Dios el pan nuestro de cada
día, el perdón correspondiente por las ofensas y la evitación del mal. Son las
tres necesidades esenciales del ser humano, de subsistencia, de convivencia y
de carencia de daño o dolor.
Situar a la persona en la pista de lo posible es por lo
mismo hacerle asequible la propia perspectiva de ser persona y la de serlo en
amistad en su natural entorno.
Hemos sido pensados y
creados para el amor…
Aflorar de nuevo a la realidad de nuestra vida diaria el
amor y el sentido que no han dejado de latir en nuestro interior, y hacerlo generando una triple corriente de
amistad con uno mismo, con Cristo y con los demás es iniciar, en lo que nos
toca, el cambio del mundo según el querer de Dios, la verdadera humanización de
la realidad…
Si los Cursillos se
mantienen centrados en la persona, los ambientes y la amistad, fieles a su esencia, respetuosos
de la libertad sin merma de su identidad fundacional, estamos ahora más
persuadidos que antes de que contribuirán
a hacer más fácil la configuración de la realidad según el querer de Dios,
para que la verdadera alegría no sea un ocasional estado de ánimo, sino el
ambiente que en normalidad posibilite al hombre sus mejores posibilidades…
Nota: Cuando leí este capítulo del Libro “Historia de un
Carisma” de Eduardo Bonnin, no pude sustraerme a la tentación de hacer este
pequeño resumen de lo que me parece es el corazón de lo que entiendo como
esencia, finalidad y mentalidad de los Cursillos de Cristiandad.
Luego de quince años de haber hecho mi cursillo, el 74 de
hombres de San Martín, y haber pasado por varias jornadas metodológicas,
retiros y rodajes, nunca tuve bien en claro estos tres aspectos, siempre me
parecieron muy teóricos y vagos.
Estos textos de Bonnin me dieron nuevas pautas de lo que
verdaderamente pensaron como esencia, finalidad y mentalidad, aquellos que
idearon este método para cambiar el mundo.
Generalmente los hombres vemos e ideamos al mundo desde
nuestro limitado punto de vista y desde nuestros cortos ideales, pero verlo
desde la perspectiva de lo que Dios quiere es muy distinto. Y lo que Dios
quiere no es ni más ni menos lo que queremos los hombres cuando, “en hora
serena”, penetra en nuestra vida su Palabra y nosotros le abrimos la mente y el
corazón para que ella nos ilumine.
Espero que también a otros le sirva para descubrir la
riqueza inmensa que DIOS ha volcado en los Cursillos de Cristiandad, una
riqueza tal que hace que simples personas sean capaces de transmitir con su
vivencia de “lo fundamental cristiano”, que no es otra cosa que vivir “como
Dios manda”, y mediante el testimonio de sus vidas de personas comunes, la Buena Noticia de que Dios nos
ama.
Que este trabajo sea también un homenaje a quienes
iniciaron este camino de los Cursillos de Cristiandad y para aquellos que lo
continuaron y continúan, convencidos que
“lo que Dios quiere” es la felicidad del ser humano plasmada en el amor.
Carlos A. Vilá -
CH74